Timing


Jorge Ávalos

La palabra inglesa “timing” tiene tres aplicaciones distintas en español al hablar del teatro: en el ejercicio de la dirección es el manejo del oportunismo escénico; en el arte de la actuación es el sentido de oportunidad; en relación a la ejecución de rutinas se llama sincronía.

1. Oportunismo escénico. “Timing” designa la efectividad de una acción escénica cuando se evalúa en términos de su grado de impacto circunstancial. Por eso se habla de oportunismo: el director debe determinar cuál es el momento más óptimo para que se ejecute una determinada acción escénica o el actor debe elegir el momento más propicio para una intervención decisiva; y tanto el director como el actor toman provecho de la acumulación de expectativas en el público. El director ajusta los movimientos, las frases o los sonidos para que ocurran en los instantes de máximo efecto o los coordina para que sumen un efecto; el actor se acopla a la partitura escénica y orienta sus intervenciones para producir esos efectos. La palabra “timing” sólo es aplicable cuando se habla de un evento escénico planificado que se ejecuta para lograr un fin esperado: risa, asombro o sorpresa. Cuando se utiliza la palabra en inglés, ésta suele ir acompañada de un calificativo. “Good timing” es la intervención oportuna del evento, e indica que algo se hizo o se dijo en el momento justo para lograr el mayor efecto posible. “Bad timing” se refiere a una intervención inoportuna, e indica que se perdió el momento propicio para hacer o decir algo. “Perfect timing” y “poor timing” se usan cuando se hace o se dice algo en el momento más oportuno posible (“perfect”) o en el momento menos oportuno posible (“poor”). Si estas frases se usan para evaluar cualitativamente a un actor o ejecutante, entonces indican un buen o un mal sentido de oportunidad; se hablaría en ese caso de un actor con un “timing” bueno, malo, perfecto o pobre.

2. Sentido de oportunidad. En un actor o ejecutante, el sentido de oportunidad es la habilidad intuitiva para modular su capacidad técnica en el tiempo. En términos generales, el actor recurre a su sentido de oportunidad con el objeto de sacar el mayor provecho posible a todo lo que dice o hace; en términos específicos, recurre a su sentido de oportunidad para sacar el máximo efecto posible de una acción física o verbal. La técnica le permite al actor sistematizar esa habilidad, pero la aplicación oportuna de una acción depende de su intuición e, incluso, de su sentido del público. No se debe confundir el “timing” con el ritmo, pues son conceptos opuestos: un ritmo es un patrón; el “timing” califica una acción imprevista para el público que interrumpe o rompe o altera el ritmo escénico. Cuando el sentido de oportunidad se refiere a la intervención de un actor en un momento decisivo, el ritmo no importa, lo que importa es el efecto, y el momento más oportuno en un espectáculo determinado puede variar de una presentación a otra. De hecho, en ocasiones, el actor puede crear el momento justo, por ejemplo, alargando una pausa más allá de las expectativas, o interrumpiendo a otro actor en un momento inesperado, o rompiendo el tono emocional de una escena con una acción sorpresiva. El grado de un efecto cómico, verbal o físico, siempre depende del sentido de oportunidad del actor, de su “timing”.

3. Sincronía. En la ejecución de una rutina o variación dinámica por bailarines, acróbatas, payasos, comediantes físicos o incluso por actores enfrascados en duelos verbales, el “timing” es consecuencia de la coordinación y se manifiesta como sincronía. Es esencial en el trabajo de dos o más ejecutantes en un trabajo conjunto; por ejemplo, un trapecista no podría hacer un triple salto mortal de su trapecio a los brazos de su compañero que cuelga de otro trapecio, si ambos no estuviesen en perfecta sincronía. La sincronía también es importante para los payasos o para cualquier efecto escénico que requiera de la actuación simultánea de dos o más personas. A veces la sincronía es un simple sentido de reflejo, de reacción a una acción, pero en general se necesita de mucha disciplina y ensayo para lograr sincronías perfectas. En relación a la sincronía, el ritmo puede ser importante, sobre todo para los bailarines que se deben ajustar a una partitura musical, pero no es obligatorio. Aun los bailarines de ballet, que deben seguir un rígido patrón coreográfico y a veces a grandes velocidades, necesitan estar en control del momento y atentos a las acciones, a veces imprevistas, de sus compañeros.

© Jorge Ávalos

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