Teatro de urgencia



Rafael Alberti
(1902-1999)

Difícil es para lo jóvenes escritores, los que pretenden ser autores de teatro y que además viven plenamente la lucha, producir obras de mayor responsabilidad, de mayor esfuerzo y trabajo. No hay tiempo. Aquel que está movilizado, o cumple obligaciones ajenas a su profesión en la retaguardia, no puede entregarse ampliamente a obras que requieren un reposo, cierta tranquilidad casi imposible de encontrar en la guerra. Una novela, un drama o comedia, en tres actos, por lo general, no se improvisa. ¿Qué hacer? Los viejos autores conocidos, los pocos que subsisten en nuestra zona y siguen disponiendo de sus veinticuatro horas para trabajar, o no saben escribir como la situación presente lo exige, o no han comprendido aún la importancia del teatro como instrumento de lucha y de cultura. Bien. Una consciencia de otro momento comprendemos que no se transforma en un día. Pero tenemos derecho a pedir de esos autores un pequeño esfuerzo, un grano siquiera de voluntad que contribuya en algo a lo que el Gobierno de la República desea hacer del teatro en estos instantes. Mientras…

Viene produciéndose por toda la España leal, desde casi el mismo día que estalló el movimiento, un tipo de literatura, que pudiéramos llamar de «urgencia», y que ya nos ha dado, no sólo en cantidad, sino hasta en calidad, muy buenas muestras. Podemos considerar literatura urgente, útil, eficaz, necesaria, los miles de romances y poemas que en hojillas, revistas y recitales recorren las trincheras, las calles, lugares de reposo y trabajo; así como también cierto tipo de crónica rápida, precisa, que recoge tal o cual suceso o hazaña, esta o aquella anécdota mínima, preciosa, de nuestro pueblo y sus soldados. Pero, ¿y el teatro? Poco, muy poco, casi nada se ha hecho en este sentido. Lo que hasta ahora ha caído en mis manos no responde a las exigencias actuales ni a los medios de que disponemos para su realización. Las piezas que se vienen representando por diversos grupos teatrales, bien de brigadas u organizaciones, además de ser, por lo general, complicadas y malas, reflejan en muy poco la lucha, la transformación, la nueva fase creadora de nuestro pueblo. Urge el «teatro de urgencia». Hacen falta estas obritas rápidas, intensas —dramáticas, satíricas, didácticas…—, que se adaptan técnicamente a la composición específica de los grupos teatrales.

Una pieza de este tipo no puede plantear dificultades de montaje ni exigir gran número de actores. Su duración no debe sobrepasar la media hora. En veinte minutos escasos, si el tema está bien planteado y resuelto, se puede producir en los espectáculos el efecto de un fulminante. Nuestro Consejo Nacional acaba de crear las «guerrillas del teatro», que en breve darán, tanto en repertorio como en interpretación, la pauta para estos grupos. Pero, a pesar de todo, insistimos, se necesitan obras. Jóvenes escritores, soldados, campesinos, obreros de los talleres y las fábricas: sin timidez, con decisión y entusiasmo, escribid y enviadnos vuestros trabajos (ya dirigidos al Consejo Nacional del Teatro, plaza de Bonanova, 4, Barcelona, o a su delegación en Madrid, Marqués del Duero, 7), en la seguridad de que siempre encontraréis una acogida digna de vuestro esfuerzo, unas palabras de orientación en vuestro camino.


Alberti, Rafael. “Teatro de urgencia”. Boletín de Orientación Teatral, Madrid, número 1, 15 de febrero, 1938.

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