Unipersonal

Jorge Ávalos


Un espectáculo unipersonal es aquél cuya concepción, creación y ejecución corresponde a una sola persona. El uso del término indica una modalidad de producción que enfatiza la visión artística de un creador. En ese sentido el trabajo unipersonal se diferencia del solo de danza, del monólogo o de la revista musical o teatral (one-woman o one-man show) porque aunque estos son espectáculos interpretados por una sola persona, podrían responder a la visión de otra, ya sea un productor, un coreógrafo, un director, un dramaturgo o un compositor. Cuando los espectáculos unipersonales se configuran dentro de géneros tradicionales del teatro, el monólogo o el solo, se distinguen porque introducen la variante de una concepción muy personal del arte escénico. Una pionera del espectáculo unipersonal moderno es Isadora Duncan, cuya visión dejó una huella profunda en la historia de la danza y del teatro, no sólo por sus aportaciones estéticas, sino también por la manera en que, a partir de ella, se conciben la personalidad, el carácter o la reputación de un artista —por su singularidad o por su mérito— como principales motivadores de atracción del público.

Se puede aseverar que el factor que define un espectáculo unipersonal no es la soledad de un intérprete sobre la escena, sino el poder simbólico que supone el encuentro del público con la visión personal e integral de un artista que asume todos los riesgos del proceso de creación y producción. Para citar un ejemplo, durante la década de 1980, los espectáculos unipersonales tuvieron un enorme auge en los Estados Unidos, por razones económicas y políticas: por un lado, la producción unipersonal permitió que muchos artistas se mantuvieran vigentes a pesar de una grave contracción económica en el apoyo a las artes, que afectó drásticamente a los teatros; por otro lado, la presencia de un artista solitario sobre la escena agudizó el discurso político de los espectáculos, enfatizando la voz y el carácter individual del artista ante el estado de la sociedad o del poder político. En medio de estas circunstancias que propiciaron nuevas formas y desafíos estéticos, se dio el surgimiento de las narrativas satíricas y personales de Spalding Gray (Nadando a cambodia), Erick Bogosian (Sexo, drogas y rock and roll) y John Leguizamo (Fenómeno). Asimismo, cobró gran importancia el teatro documental de Anna Deveare Smith, que llevó a escena testimonios de las violentas revueltas en comunidades afro-americanas en su obra Ocaso en Los Ángeles; y el de Eve Ensler, que exploró con inusual franqueza la relación de las mujeres con su cuerpo y su sexualidad en Monólogos de la vagina.

En su modalidad más sencilla y apelativa, también es un trabajo unipersonal El Cavernícola (Defending the Caveman), escrito y dirigido por Rob Becker. El Cavernícola es una rutina de comedia teatralizada, con una dirección, una puesta en escena y una escenografía que lo ubican dentro del género teatral más que dentro de la comedia en vivo (stand up commedy) aunque sólo está muy ligeramente enmarcada a una situación dramática. Sorpresivamente, El Cavernícola se convirtió en el espectáculo unipersonal de mayor duración en la historia de Broadway, ha sido traducido a 15 idiomas y se ha presentado en 30 países.


© Jorge Ávalos

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