Premisa


Michael Crawford y Lynn Redgrave
en
Comedia Negra (1967).

Jorge Ávalos

Una premisa es una proposición que antecede la escritura de una obra de teatro y que afecta e influye, y a veces dicta, el desarrollo global de la dramaturgia. En teatro, la premisa puede ser conceptual o formal.

1. Premisa conceptual. En el mejor de los casos la premisa es el punto de partida de una obra, una fuente de inspiración que encuentra expresión artística en un drama, como en el ejemplo magnífico que ofrece la obra Espectros de Henrik Ibsen, inspirada en una frase de origen bíblico: “Los pecados de los padres serán heredados a los hijos”, (Éxodo 20:5). En el peor de los casos la premisa es una tesis a la que se subordinan todas las acciones del drama con el objeto de probar su validez, como sucede en el teatro sociológico o en el panfleto político: “La pobreza promueve la criminalidad” (Callejón sin salida, Sidney Kingsley). Cuando la premisa es un concepto rector la obra se convierte en una oportunidad para poner a prueba ideas rara vez cuestionadas o para explorar el comportamiento humano en situaciones límite. Los ejemplos abundan en la ciencia ficción: Si un hombre con visión normal llega a un país habitado por ciegos, ¿se convertiría en el rey? (En el país de los ciegos, H.G. Wells); ¿Qué pasaría si la humanidad pierde la capacidad de reproducirse? (Los hijos del hombre, P.D. James). En el teatro, un concepto rector es una fuente inagotable de las comedias porque el humor de los diálogos o de las acciones se suman a una situación de por si graciosa: ¿Qué pasaría si para oponerse a la guerra, todas la mujeres de Atenas se abstienen de tener sexo con los hombres? (Lysístrata, Aristófanes); ¿Qué pasaría si un hombre común y corriente es confundido con un inspector de gobierno por los burócratas corruptos de una aldea? (El inspector, Nikolai Gogol). En el clásico libro sobre la teoría y la práctica de la dramaturgia, El arte de la escritura dramática (The art of dramatic writing), Lajos Egri argumenta que el uso de la premisa como concepto rector es parte esencial del arte de contar una historia. En su opinión, las mejores historias siguen un desarrollo dialéctico clásico: tesis, antítesis, síntesis. Una premisa define ese marco dialéctico, pero tomando como punto de partida a un personaje; en este punto, Egri se aparta de la concepción aristotélica, en la que el desarrollo del personaje es secundario. Para probarlo, Egri construye premisas con una sola oración: la persona (personaje), el verbo (acción, nudo o conflicto) y un predicado (que apunta al desenlace). En la obra Otelo de Shakespeare, por ejemplo, la premisa es: “Los celos destruyen al celoso y a su ser amado”. Esto señala al sujeto (Otelo), al conflicto (la destrucción del celoso) y al desenlace (la destrucción del ser amado). Otros ejemplos clásicos de premisas:
  • Romeo y Julieta: Un gran amor supera aun la muerte
  • El Rey Lear: La confianza ciega conduce a la perdición
  • Macbeth: La ambición cruel conduce a su propia destrucción
  • El Día que me quieras: La Utopía conduce al desengaño
  • Edipo Rey: Nadie puede escapar de su destino
  • Espectros: Los pecados de los padres se repiten en los hijos
  • Dulce pájaro de la Juventud: La ambición desmedida conduce a la destrucción.

2. Premisa formal. La premisa formal introduce un procedimiento que establece restricciones o reglas para la dramaturgia y para la puesta en escena. Una restricción formal común es el uso de un escenario único, el cual adopta una función alegórica si es inusual y si su aplicación representa un desafío para el dramaturgo y para el director: en La historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo, toda la acción transcurre en la escalera de un edificio de clase media-baja; en cada uno de los dos actos se mantiene la regla del tiempo real, pero con treinta años de diferencia entre ellos. Otra restricción formal es el ardid (gimmick) escénico: en Comedia negra de Peter Shaffer, los actores actúan bajo la premisa de que se mueven en la oscuridad total; en realidad el escenario está iluminado y el público ve toda la acción escénica con claridad, pero los actores representan a sus personajes como si no pueden ver nada y convencen al público de la ilusión debido al extraordinario trabajo corporal. Otro ejemplo del uso de un ardid escénico ingenioso ocurre en ¡Esta obra es un desastre! (Noises off) de Michael Frayn: en el segundo acto presenciamos la misma obra que vimos al elenco ensayar en el primer acto, pero esta vez detrás del escenario (una producción salvadoreña de la obra la tituló Por delante y por detrás).

© Jorge Ávalos

No hay comentarios:

Publicar un comentario